No se trata de ingenuidad, porque nadie está al margen de que la apuesta va a perderse; y aunque no esté de más que, a través de una pretenciosa campaña con pies de barro, a la postre se haga un camino de cerámica artificial, lo cierto es que haría falta una radical apuesta estructural mediante la cual trascender el modelo cultural nacido en los años 80 del siglo XX para configurar un plan estratégico riguroso, al menos para las próximas tres décadas, que incluya al menos estos ejes:
- Dotación técnica para la red de espacios municipales con el objeto de adecuarlos a las necesidades actuales.
- Voladura controlada de la FMC y creación de una nueva Concejalía, incluso la puesta en marcha de una sociedad instrumental al modo de Recrea o de Divertia, que permitiera una mayor agilidad así como la posibilidad de generar acuerdos con otros organismos y estructuras, tener una independencia contable, poder gestionar subvenciones y patrocinios, etc.
- Creación de un Organigrama de personal atendiendo la vertiente técnica, programática, administrativa y comunicativa.
Pero en esta ciudad suele ocurrir que la improvisación se alía con la grandilocuencia lo mismo que la ignorancia consciente con la incapacidad. Se quiere hacer vanguardia desde la indigencia considerando que un día de artificio sirve para cubrir el expediente, por ejemplo. O se usa un lema con un término en lengua asturiana cuando la corporación actual ha denostado el asturiano y sido absolutamente hostil al uso y esparcimiento de la lengua asturiana.
Llegados a este punto, pensamos en voz alta:
¿Puede ostentar la Capital Cultural de Europa, una ciudad que ni tan siquiera cuenta con una sala de exposiciones municipal?
¿Alberga alguna posibilidad de lograr la capitalidad cultural europea una ciudad sin un solo recinto de conciertos bien dotado técnicamente?
Una ciudad cuyos espacios escénicos están infradotados y cuyo organigrama es, a todas luces, insuficiente y extemporáneo, ¿puede lograr la capitalidad cultural europea?
Una ciudad cuyo odeón emblema cuenta con una taquilla decimonónica digna de La Regenta, que carece de una página web cultural, que continúa editando folletos de muchas de sus actividades en un alarde viejuno absurdamente afuncional, que carece de una hoja de ruta cultural desde hace décadas, que está exenta de una programación mínimamente estructurada en trimestres o semestres, que aplica el 21% de Iva a las entradas cuando por ley se permite el 10%. Con todos estos mimbres, ¿qué cesto podríamos construir? ¿Un cesto con agujeros por el que se cuelan las frutas? ¿Uno de mimbre rancio, trenzado con desgana y descrédito?
¿Qué tipo de cosmopaletismo circula entre nuestros muñidores de la cosa para que los dos asesores culturales contratados para liderar el proyecto desde el tejado de alcaldía sean, ambos, foráneos? Qué complejo nos habita, ¿o quizá se trata de incorporar a figuras desconocedoras de la realidad y de la idiosincrasia de Vetusta, de la nefasta trayectoria cultural con la excepción de algunas, muy profesionales y muy exitosas, páginas culturales como las que se generan en el ámbito de la clásica?