«El niño salvaje del caballo azul
me mira a los ojos,
sus ojos de luz.
El niño del agua me abraza
y yo lloro,
la culpa, culpita reposa en mi lomo.
Abrazo seis manos, dos más me sostienen,
tejo con cuidado el tapiz.
Y ahora que vienes con crines y bailes
sin miedos, con cantes,
me siento feliz».

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